jueves, 4 de septiembre de 2025

Editorial


con voz propia Nº 144 

Revista literaria 

Septiembre 2025 


Propietaria – Editora – Directora: Analía Pascaner 
Publicación creada en noviembre de 2006 
Distribución y publicación gratuitas ISSN 2314-0275 



Ahora no espero ni quiero nada y, por tanto, tengo mucho. 
Julia Navarro 



La tierra natal 

No la llevamos en oscuros amuletos, 
ni escribimos arrebatados suspiros sobre ella, 
no perturba nuestro amargo sueño, 
ni nos parece el paraíso prometido. 
En nuestra alma no la convertimos 
en objeto que se compra o se vende. 
Por ella, enfermos, indigentes, errantes 
ni siquiera la recordamos. 

Sí, para nosotros es tierra en los zapatos. 
Sí, para nosotros es piedra entre los dientes. 
Y molemos, arrancamos, aplastamos 
esa tierra que con nada se mezcla. 
Pero en ella yacemos y somos ella, 
y por eso, dichosos, la llamamos nuestra. 

Anna Ajmátova 
Ucrania, 1889 - Rusia,1966 
De: Réquiem y otros poemas 




En un mundo de ruido, confusión y conflicto, es necesario un espacio de silencio y paz interior; no la paz de la mera relajación, sino la paz de la claridad interior y el amor. 
Thomas Merton 



Revista literaria con voz propia
ISSN 2314-0275 
Propietaria: Analía Pascaner 
San Fernando del Valle de Catamarca 
Catamarca – Argentina 
Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. Analía Pascaner 


Hasta en los peores males es posible hallar una ración suficiente de bien como para que podamos soportar esos males con paciencia. 
José Saramago


Autores publicados


La cura no es ganarle a la herida. Es aprender a caminar con ese pedazo roto. No hay batallas: hay realidades. 
Lorena Pronsky 

con voz propia Nº 144 
Revista literaria 
Septiembre 2025 

Autores publicados en esta edición


Autores publicados desde inicios de la revista con voz propia
Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. Analía Pascaner 


Revista literaria con voz propia 
Publicación y distribución gratuitas 
ISSN 2314-0275 
Propiedad, dirección y edición: Analía Pascaner


Norma Etcheverry

1.Radio Colonia 

Cada día invariablemente
a las siete aeme cuando abría los ojos 
venía a mí 
esa voz familiar y pegadiza 
del locutor de Radio Colonia 
que a cada rato repetía 
“hay más informaciones 
para este boletín…” 
Nunca entendí por qué mi madre 
cada mañana escuchaba las noticias 
de nuestro país 
en una radio uruguaya. 


2. Lo sencillo 

Las casas del barrio 
se dividían entre sí con cercos 
de alambrado. 
Por sobre los tapiales 
flameaban sábanas 
y un sinfín de prendas que se agitaban 
sin pudor. 
Un carnaval de colores desplegado 
sobre los techos sencillos 
de esas casas era la vida. 
Fluía 
sin que nosotros nos percatáramos 
de su extrañeza. 


3. Patios 

Siempre había higueras 
en esos patios 
donde trepar en la aventura de la tarde 
era escaparse 
a la hora de la siesta. 
No coman higos calientes, se van a empachar 
tan extraña y familiar me llega ahora 
la indiscutible advertencia, 
pero ningún empacho, y todos los higos. 
Ninguna cosa más que subir, 
subir y rasparse las piernas, 
y ese grosor y esa aspereza 
de las hojas, 
y esa redondez 
lechosa,
intensa, 
de las brevas. 


4. Preciosa infancia 

Y eran las moras 
las que nos detenían
a la vuelta de la escuela. 
Pequeños frutos frágiles, 
oscuros, 
dulces, 
breves, 
que nos atrasaban 
en el camino de regreso. 
Era la oscuridad sabrosa de las moras 
la que nos demoraba, 
eran los guardapolvos lo que nos delataba 
siempre 
manchados por las moras 
que nos demoraban 
a esa hora preciosa de la infancia. 


5. Pincharse el alma 

Mi madre era modista: 
en el centro la Singer, 
y en la cocina todo el tiempo 
ese revuelo 
de telas e hilos de colores. 
Había que tener tanto cuidado 
con los alfileres… 
¡Dios libre 
se nos quede alguno perdido 
y nos pinche el alma!, decía mi madre 
afligida 
y yo que me preguntaba 
cómo haría un alfiler 
para llegarnos hasta el alma. 


Poemas del libro de la autora: País niño 
Norma Etcheverry 
La Plata, Buenos Aires, Argentina 

Todo es una ceremonia en el jardín salvaje de la infancia. 
Pablo Neruda

Bertha Carou

A Federico García Lorca 

Se adormece en el aire la sospecha 
de puñales en danza con la Muerte; 
en la faz de la luna ríe la suerte 
del eterno romance y sus endechas. 

El corazón gitano que aprovecha 
la pasión de su sangre en la que vierte 
un semental de toro en lidia fuerte, 
deseos y traiciones que lo acechan. 

Federico en un vuelo de alborozo
abre sus alas de inmortal textura 
iluminando todo lo que toca. 

Renace en cada voz; renace el gozo 
de su verso nutriente de frescura 
y del hechizo que el poema evoca.

                                                      Invierno de 2004 


Buenos Aires querido 
(y no) 

La palabra 
cuelga desollada 
en un pacto con el desaliento. 
La noche es amplia 
y se traga todos los encuentros. 
Es verano en Buenos Aires 
ciudad caldera 
uno que otro grito contenido
unomásunomásotro 
es la catedral del grito 
como el bolero de Ravel 
sin Ravel. 
En el umbral del caos 
vociferan látigos calientes 
mientras las horas 
inmutables 
trituran los relojes. 
Ventanas iluminadas 
nos hacen guiños 
desde los cuerpos de gigantes. 
Mundos entrelazados 
en la realidad de las paredes 
mundos anónimos 
ensimismados 
demasiado en sí mismos. 
“¡Acá estoy yo!” 
(parece decir este mendigo cubierto con diarios) 
“Derrumbe de la Bolsa en New York”
“Desempleo en los países desarrollados” 
“Pánico en los mercados” 
“y acá, yo“ 
(una mujer solitaria corre tras su alma) 
estira sus brazos pero 
no la alcanza. 
Se debate entre el afuera y el adentro. 
El llanto le inunda la cara 
en ella se refleja la luz de las ventanas. 
Por un momento 
son lágrimas de luces, 
pero no. 
Es luz indiferente 
parece una caricia 
pero no. 
Acelero mis pasos por la calle 
me alejo 
con las manos llenas de nada 
de huecos sin sentido 
y las abro 
para que se llenen y vuelen y se posen 
en alguien 
en uno 
o tal vez en otro 
que anda por ahí 
enredado en la gran ciudad 
y su caos de bocinas 
luces 
tráfico. 


Paz 

Por si acaso la escribo 
desde el silencio 
de las tumbas de soldados 
desde el espacio perdido 
de inocencias 
desde la vida que crece
en otra parte… 
Por si acaso la escribo 
para arrancarle al poema 
desde el blanco espacio 
del papel 
esa palabra que une en lazos 
a los hombres 
con disparos de luces 
con metrallas de goces. 
Cuando el blanco estalle 
la palabra PAZ será certeza. 


Paz: poema leído por Edith Checa en la audición ‘Tus poemas por las ondas’ . Radio 3 de Radio Nacional de España, en el programa ‘Rincón Literario’ 
Últimos dos poemas tomados de las páginas web: Deliteraturayalgomas y Vapatomoi 
Bertha Carou 
Lincoln, Buenos Aires, Argentina

La esperanza le pertenece a la vida; es la vida misma defendiéndose. 
Julio Cortázar

Gerardo Molina

Selección de Coplas 

Me gusta cantar la copla
Con ella vivo dichoso 
No tengo envidia de nadie 
Y soy amigo de todos. 

Cantando vine a este mundo
(Diz que otros vienen llorando) 
Y cantando de él me iré 
Cuando Dios me diga: “¡Vamos!” 

Habla el viento con la fronda 
¿De qué amores hablarán? 
Tal vez del tuyo y del mío 
Que separados están. 

En un haz inmenso, todos 
Mis amores yo reuní 
Y florecen cada año 
Desde mayo hasta abril. 

Soledad es lindo nombre 
Y linda es la soledad 
Cuando alguien, a quién decírselo 
Junto a nosotros está. 

Desconfía del atajo 
Por algo están los caminos, 
Caminos ciertos que están 
Desde el alba de los siglos. 

Tierra y árbol siempre son 
Como entrañables hermanos, 
Siempre los echo de menos 
Cuando voy por el asfalto. 

Nos sucede a los mortales, 
Siempre nos pasa lo mismo: 
Lamentarnos por el bien 
Después que lo hemos perdido. 

“Las vaquitas son ajenas…” 
Sentenció el criollo Atahualpa, 
El tiempo sigue pasando 
Y todo como si nada. 

Mi madre se llamó Ángela; 
Ángel se llamó mi abuelo: 
No puedo negar la estirpe 
Debo por fuerza ser bueno. 

Médico que deja al pobre 
Con qué pagar la receta 
No es un médico cualquiera: 
Es un médico poeta. 

Por más que impiadoso siga 
Su viaje sin pausa el tiempo, 
En los jardines del alma 
Siempre es joven tu recuerdo. 

¿Para qué prisas y vértigo? 
No te apures, no te apures 
En su lugar y a su tiempo 
Todo destino se cumple. 

Como una mano tendida 
Cuando el corazón se da, 
Me gusta cantar la copla 
Como se debe cantar. 


El Picaflor

Las flores de mi vergel 
rendidas de amor están: 
un mágico seductor 
pico a pico, viene y va. 

Por más que cambie de nombre 
siempre es el mismo galán: 
mainumbí, tente en el aire 
pues no deja de aletear. 

Tominejo, chupaflor, 
pájaro mosca también, 
de su grácil apostura 
y su prosapia dan fe. 

Llega a mi vergel luciendo 
traje verde, tornasol: 
seduce, besa, enamora 
pico a pico, el picaflor. 


Último poema pertenece al E- Book del autor: Oda al árbol y otros poemas. Primera edición. Uruguay, agosto 2020 
Gerardo Molina 
Canelones, Uruguay

Una palabra bien elegida puede economizar no sólo cien palabras sino cien pensamientos. 
Henri Poincaré

Dora Zulema Lorusso

Aquel lazo azul 

Caminar era una de las cosas que más nos gustaba. Cuando podíamos hacerlo a la orilla del mar, el placer era inefable. Nuestros pies se hundían en la arena dejando claras huellas del placer compartido. 
El silencio nos pertenecía, pero no nos separaba. Obraba como mágico puente entre su mente y la mía. Ambos presentíamos o mejor dicho sabíamos lo que el otro pensaba. Por eso las palabras no eran necesarias. Cuando el cansancio se adueñaba de nosotros, nos tendíamos sobre la arena y con los ojos cerrados, dábamos rienda suelta a nuestro mundo interior. 
Ese día, así tendidos en la arena bajo los primeros rayos del ocaso, apreté su mano e incorporándome dije: 
--Quiero nadar un rato. Ella esbozó una aletargada sonrisa en señal de aceptación. 
Me introduje en el mar. Mecido por las olas que hendían mis brazadas, sentía que mi cuerpo no me pertenecía. El sabor acre del agua se instalaba en mis labios. Mis brazos y piernas adormecidos se deslizaban por un fantasmagórico túnel hacia las profundidades. Me rodeaban bellos seres de brillantes colores que, ante mi intromisión, no escapaban, permanecían allí a mi lado, acompañándome, observándome con curiosa insistencia. Exóticas plantas subacuáticas se movían rítmicamente al compás que el agua les marcaba. La levedad de mi ser posibilitaba que yo, como las plantas, fuera trasladado beatíficamente por ese mundo extraño, desconocido e insólito. 
La vi allí de improviso, asomando entre una enorme proliferación de algas, tratando de esconderse… para, en pocos segundos aparecer a mi lado rozándome con su larga cabellera roja y extendiéndome los brazos con la intención de asirme en un abrazo. Me dejé tomar… Un intenso deseo me incitaba a tenerla. Entonces la tomé por la cintura. Su ondulada cola se enredaba entre mis piernas entorpeciendo nuestra inusual coreografía. 
¿Cuánto tiempo permanecimos unidos describiendo insospechadas figuras de una inverosímil danza? Lo ignoro. Sólo sé que de improviso un furioso trompo ascendente me arrastraba y ella se desprendió de mis brazos. Al querer retenerla, una de mis manos le arrebató el lazo azul con el que sostenía su abultada cabellera. 
La vi desaparecer en las profundidades mientras yo subía… subía… Una profunda bocanada de aire me sobresaltó, me llenó los pulmones. Sentí nuevamente mis piernas y brazos moviéndome rítmicamente en un nado acompasado. Miré hacia un costado y el sol se incendiaba poniéndose en el horizonte. Al frente estaba la costa. 
Intensifiqué el braceo. Mi mujer estaba allí, de pie en la orilla, esperándome. 
Al caminar hacia ella, me sorprendió su pregunta: 
--¿La sirena pelirroja te entregó mi lazo azul? 
Extendí mi mano, entre mis dedos tenía aún la prueba irrefutable de mi dudosa deslealtad. 


Cuento del libro Noches insomnes, de Versiones y reversiones. R y C Editora, Banfield, 2023 
Dora Zulema Lorusso 
Lanús, Buenos Aires, Argentina

Tal vez amar es aprender a caminar por este mundo. 
Octavio Paz

Marcelo Valenti


Tocadas 
con austeros 
pétalos blancos, 
algunas flores virtuosas 
callan el secreto oculto
bajo la falda del sauce. 
El discreto cauce del agua 
se lleva el misterio 
hacia el mar. 


    *  *  * 

No logro perderme. 
Los caminos se cierran 
en sí mismos 
Y la curvatura 
amuralla al jardín. 
Agito y abrillanto 
corolas, 
mi corporeidad se inflama 
de ansias.
He tocado la piedra que otorga, 
en forma inconstante, 
el placer y la condena de la piel. 


   *  *  * 

Con altivez y goce las flores 
se atrincheraron 
en el arriate central. 
Reducido a una mínima expresión de deseo, 
el jardín flotante parecía sufrir 
los embates del ensimismamiento. 
Desde este punto 
los cambios se encaminaban hacia el avance 
y la construcción. 
No apareció, en mis manos, el reflejo de mi rostro, 
todavía. 
Comenzaba mi perpetuación en el jardín, 
con inconmensurables bienes desplegados. 
Mis mandíbulas se aflojaron en una sonrisa cuando
un viento húmedo hizo, al jardín, ascender. 


   *   *  * 

Saturado de serpientes 
que siempre me han obedecido, 
el vigía cae. 
Vacío de brillos queda 
el arcón. 
Ninguna huella de la dirección que
señaló mi índice. 


   *  *  * 

La boca se vuelve vertiente 
bajo los ojos resucitados 
al ritmo 
del vaivén de las margaritas. 
Perenne, 
el recuerdo del jardín 
regresa con efluvios 
de verdor creciente, 
a mis narices. 


   *  *  * 

En saber 
se cifra 
la multiplicidad de los 
sentidos. 
Saber, ¿qué puede ser? 


Poemas pertenecientes al libro del autor: Espejo jardín, 2010 
Marcelo Valenti 
Rosario, Santa Fe, Argentina

Tu vida es la suma de tus elecciones. 
Albert Camus

Alba Aída Oliva

Colchones vamos 
(Tango) 

Mi gente que ha perdido todo, 
Los otros que nunca pierden nada. 
Ciudad de malos Aires gastada, 
Rugiendo amor, gris de cachetadas. 

  Vamos a ponerle empeño, 
  Calles de mi barrio, pueblo, 
  Paso y miro los colchones, 
  Así duermen sin un sueño, 
  Pibes de mirar dolido, 
  Tantos golpes aporreados 
  Mientras pasan los dormidos. 
  La gente nuestra 
  De buena fe, 
  Es esa gente 
  Que veo en usted 
  Tan dolorida 
  Pidiendo un mango y 
  Le preguntan a Dios ¿por qué? 

Atajan de arriba las patadas 
de los que mandan el cabaret. 
El mismo afano del padecer 
En los colchones de esos hermanos, 
Los que se duermen sin un por qué 
Vamos a ponerle empeño 
Calles de mi barrio, pueblo 
Paso y miro los colchones 
Y así duermen sin un sueño 
Pibes de mirar dolido, 
Y le pregunto a Dios ¿por qué? 


Amor Amante 
(Himno)

¿Qué es el amor? 
Un sueño fugaz 
El fin del dolor 
La puerta ¿abrirá? 
La boca que besé 
Las manos que así 
El río y la sed 
Desnuda 
Y acaricié su frente, 
Se conmovió mi vientre 
La luz me trocó 
Solté mi dolor 
Soy fuente y calor 
Amante 
Con esa luz tan vibrante 
Mi alma danzó trashumante 
La mariposa esplendente, surgió 
Y esa prisión dulcemente, se convirtió 
Mi amor es infinito, 
Como el mar Infinito 
Como el mar, 
Infinito como el mar 
La luz que trocó 
Mi miedo en amor 
El sueño forjó 
De aromas y sol, 
Y se encendió nuevamente 
Esa pasión desbordante por vos 
Mi amor es infinito como el mar infinito, 
como amar. 


La payasa vestida de azul -Tango-

Soy la payasa de Azul

Revestida de tul

La payasa que vos no amas

El mundo se ríe de mí

Se ríe de qué

Se ríe no más

Porque soy la que sueña en azul

La que vuela en el tul

de una esperanza más

sin saber, nadie puede entender

enredada en la miel

de una pasión tenaz

Sintiendo gemir mi piel

Con su salitre total

Destilando su verdad

Solsticio cuajado de pena

Empapando mis venas

Ruge pasión voraz

El mundo que ríe de mí

Murmura de mí

Fábula detrás

La payasa vestida de azul

Su sueño de tul

Se niega a callar

Sólo soy la que no callará,

la payasa dirá nunca callará

porque estoy

revestida en la miel de una pasión tenaz

Sintiendo gemir mi piel

Con su salitre total

Destilando su verdad

Solsticio cuajado de pena

Empapando mis venas

Ruge pasión voraz


Poemas pertenecientes al nuevo libro de la autora: El río y la Sed 
Alba Aída Oliva 
Mataderos, Ciudad de Buenos Aires, Argentina 

Elegir la alegría no es pensar ingenuamente que todo será fácil. Es creer con valentía que aún hay esperanza, incluso cuando las cosas se ponen difíciles. 
Morgan Harper Nichols

Roberto Bianchi

El pájaro azul 

Prefería estar en las playas 
ir y volver hasta el horizonte 
habitar sobremanera nuestros ojos 
no descansar 
hasta que volviésemos a verlo. 
Dejaba irse el sol 
para anidar la arena 
y doblarse sobre sí 
y sobre nosotros 
como la pena 
que se extiende de pronto
sin que queramos 
-envolviéndonos- 
dejándonos ateridos 
un minuto de nostalgia 
de antiguas conmociones 
que se centran en las orillas de arena 
de nuestra piel 
y viaja allá hasta el horizonte 
y vuelve 
como para habitar sobremanera 
nuestra vida 
y no descansar hasta abatirnos. 


Digo sur 

Y somos pueblos inconclusos 
trompos elásticos de sal 
en mar revuelto 
tierra de inmensidad 
de ríos desbordados 
de pequeños resúmenes 
de piel 
al borde siempre 
aislados siempre 
encadenados al sur. 

Dos poemas anteriores, de Sobre Migraciones y Soledades. Editorial Avance, 1983 

 *   *   * 

Ritos 

Llegaron uniéndose en las aguas 
desenvolviendo sus arrullos de sal. 

Tenían espejados azules en las manos 
de acariciar el aire.

Supieron de inmediato 
que la sangre presidía sus ritos 
serpenteando viejas escaleras

(navegantes callados 
tenaces en su historia) 

En cada rincón volcaron 
sus antiguos himnos de madera. 


Reincidencia 

Si la vida ritual me permite 
reunir las piezas de mi sangre 
convocar los caminos 
que transitan los hijos 
para que atiendan sus pupilas 
vuelen sus manos 
atrapando en el aire 
la vertiente entera de mi voz 
para que comprueben 
la veracidad de mi esqueleto. 

Si la vida ritual me permite 
rodearme de oídos diálogos 
de queridos visibles y constantes 
si la paz se amontona en las ojeras 
en la constelación del raciocinio 
atreveré mis palabras 
dentro del combate que no cesa 
carbón encendido que responde 
a tanta duda 
tanta reincidencia. 

Últimos dos poemas, de Bordes. Utopías del Sur-Signos, 1992 

Todos estos textos están recopilados en el libro del autor: ríos de cabezas, Antología poética. Editado en IconopRINT, Montevideo, Uruguay, 2013 
Roberto Bianchi 
Montevideo, Uruguay

Aprendamos a esperar siempre sin esperanza; es el secreto del heroísmo.
Maurice Maeterlinck

Gastón Ernesto Ludueña

Atrapado en un segundo 

Por fin el temblor de sus manos se calma. Con una de ellas sostiene el bolígrafo con el que pretende plasmar las impresiones más serias de su vida, tan falsas como el mensaje que transportan los neutrinos desde galaxias remotas que ya no existen. 
La impresión de una guitarra española ofreciendo los acordes de un lugar descubierto en una foto o la de un cigarrillo que muere intacto porque nadie lo fumará; la impresión de una computadora enquistada en su pecho, bombeando unos y ceros de vidas imaginarias, creando el engaño de que es la sangre que irradia calor de brasas apagadas. Todas estas impresiones fascinantes le dibujan una sonrisa en la cara. 
El temblor de sus manos se calma y los neutrinos lo atraviesan. Estira sus dedos para enredarse en ellos y dejarse arrastrar hacia galaxias remotas, engañándose de que hay un más allá compuesto por planetas atestados de gente valiente que le enseñe el secreto de la vida. 
Pero los neutrinos lo atraviesan indiferentes y él, ingenuo, les sonríe esperanzado mientras sostiene en una mano el bolígrafo con el que pretende plasmar las impresiones más serias de su vida tan falsa como la vida en otros mundos tan falsos como la guitarra, los acordes y su corazón que bombea sangre de unos y ceros regalando la mentira de que todo es calor. Atravesado por neutrinos, acordes y sangre, sonríe a la nada transitando ese segundo fugaz que, como los eones, es un píxel en la eternidad. 
A pesar de que nada sucede, él sonríe y no se cansa de hacerlo; ¿renueva la sonrisa? No. 
Entonces, sí se cansa de hacerlo. No, para nada, porque nada se consume en un solo segundo; es más, se dice a sí mismo que las impresiones duran dos o tres años, antes de que comiencen a deteriorarse y deban ser renovadas… Pero ¿un segundo? Todas las cosas perecederas perviven más de un segundo, a excepción de algún elemento químico. Y en cuanto a las ilusiones… éstas duran diez minutos o un poco más. 
Por eso él, que está atrapado en ese segundo eterno, no necesita relajar la sonrisa, ni si quiera necesita escribir, pues el suave bolígrafo, sostenido por una mano que ya no tiembla, nunca llega al papel. 
Sonríe con la candidez de un niño. Está a un centímetro de acariciar la hoja, está a un segundo de descubrir la indiferencia de los neutrinos, a un segundo de darse cuenta de que nunca estuvo en España, a un segundo de saber que no hay otros mundos; no existen otras galaxias donde viven seres valientes que le enseñen los secretos de la vida. Está a un segundo de que la computadora se apague para dejar de bombear unos y ceros, a un segundo de enterarse de que el calor de su cuerpo y las impresiones serias que darán consejo y sentido a su vida… no son más que una estafa. 
Está, a un segundo, de que la sonrisa… se borre de su cara. 


Gastón Ernesto Ludueña 
Nació en Buenos Aires. Reside en Miramar, Buenos Aires, Argentina

Arriesgarse es perder momentáneamente el equilibrio. No arriesgarse es perderse a uno mismo. 
Soren Kierkegaard

Agustín Serrano Santiesteban

Última voluntad

Se mueve, lo afirmo, gira 
sobre un eje que imagino; 
la herejía es el destino 
de la ignorancia y su ira. 
Se mueve. Prendan la pira. 
Una sombra de humo breve 
será mi cuerpo; qué leve 
danza en mis ojos la llama; 
alguien por mi vida clama; 
mas gira, rota, se mueve. 

Acerca de los duendes 

En medio del fulgor de la estación 
los duendes regresan atravesando 
los tejados del barrio
y fieles a su rito 
retornan con la brisa sus consejos 
Un hombre solo es poca cosa 
los duendes pueden ser la solución 
el punto de partida 
Es en vano prevenir su llegada 
acosarlos con palos y oraciones 
ellos vuelven a formar parte 
de la historia 
a rumiar sus misterios ancestrales 
y tú respetas su inocencia
le cedes la palabra. 


Cuando faltan primaveras y milagros 

Detrás del horizonte las gaviotas 
su lenguaje increíble 
abierto hacia el ocaso 
el último recuerdo allá en la lejanía
y la mano que busca cada rincón del aire 
y los ojos que huyen al centro 
de la noche 
Las gaviotas deshacen la cenicienta bruma 
le ponen una coma al párrafo de nubes 
que escala los cerros anochecidos
Hace ya mucho tiempo que no llueve 
que faltan primaveras y milagros 
Un eco soñoliento vaga entre las sombras 
sobre las viejas huellas 
que un día fueron nuestras 
Detrás del horizonte las gaviotas 
que escapan 
las gaviotas que gritan al vacío
la nostalgia infinita del recuerdo. 


Visiones del peregrino 

                Estas vísperas son las de después. 
               Joaquín Sabina 

Esta semana tiene veinte días 
Esta tristeza un Tera de razones 
Esta llovizna empapa corazones 
Esta noticia es pobre en alegrías 

Estos pasajes son de otras historias 
Este boleto nunca tuvo avión 
Estas palabras huelen a traición 
Estos soldados morirán sin glorias 

Este sinsonte perderá su trino 
Esta arboleda puede ser fatal 
Esta sombra cansada es el destino 

Este abuelo que pasa es un chaval 
Estos pasos no encontrarán camino 
Este hombre sigue siendo un animal. 


Último poema, finalista del Certamen de Poesía ‘Letras Como Espada’ 
Agustín Ramón Serrano Santiesteban 
Holguín, Cuba 

Deja de definirte. Concédete todas las posibilidades de ser, cambia de caminos cuantas veces te sea necesario. 
Alejandro Jodorowsky

Irene Mercedes Aguirre

Agua Pura 

Prendida desde el fondo, 
desde la pre - memoria de la vida, 
se abrió paso, celosa, 
mi expresión de poeta. 
Como un pétalo en flor, 
como una flecha, 
avanza hacia el futuro
y a ciegas abandona 
desgarros y jirones 
de los viejos ropajes. 
Es baño primordial del agua pura 
que solaza mi ser, pleno de nuevo. 
Recompongo, paciente, 
el gastado sombrero de la espera. 
¡Tropiezan, confundidos, 
el poema ya escrito 
y el que nace a Tu vera, 
en esta imprescindible coyuntura 
que recoge la tea y abre paso! 


Compromiso Humano 

Sentir el fuego ardiente del terruño, 
que raudamente fluye en las arterias,
pensar en horizontes sin miserias 
con la sinceridad de humano cuño. 

Hablar de ser a ser, no como en ferias 
de vano escaparate, sin el puño 
dispuesto a la pelea, sin rasguño. 
Ser ético en la vida, con las serias 

cuestiones y reclamos de la gente, 
buscarle la respuesta al cruel dilema 
de nuestra sociedad, siempre latente. 

Valiente, resolver cada problema 
con firme compromiso diligente 
¡que asuma la honradez como su emblema! 


Aciago 

Siempre hay horas de horror. Son esos días 
cuando el pulso detiene su latido 
y se agosta algún pétalo florido 
de mis rosas y de mis alegrías. 

Se aquieta el mundo, queda sin sonido, 
poblado de acertijos y de frías 
cadenas desoladas, de vacías 
estancias despojadas de sentido. 

Surgen desesperadas las preguntas 
que punzan y que hieren como dagas 
mi corazón dolido, cejijuntas. 

Y es entonces que atisbo, horas aciagas,
a Tu Amor inmortal que en mí trasuntas, 
¡con el que curo mi dolor, mis llagas! 


Candil 

Hoy tuve entre mis manos una rosa 
y he pensado, Señor, ¿de qué manera 
fue otra rosa, hoy marchita, la primera 
hasta arribar a esta tan hermosa? 

De modo semejante, nuestra mente 
sabe que hubo otros “antes” que el “ahora”.
Capta el antecedente, el precedente, 
el presente y futuro y avizora 

una fuerza potente, una energía 
que se filtra en el ser de cada uno 
y alumbra con su Luz, candil certero. 

¡Motiva mis asombros, donde asumo 
el brillo de otros ojos, mi alegría, 
el viento de la tarde, placentero! 


Poemas del libro de la autora: Diálogos del Camino, Buenos Aires, Ediciones El Escriba, 2022. Obra Finalista de la XXXIV Edición del Premio Mundial de Poesía Mística ‘Fernando Rielo’ 2014, Madrid, España 
Irene Mercedes Aguirre 
Avellaneda, Buenos Aires, Argentina

La verdadera inteligencia actúa silenciosamente. Es en la quietud donde encontramos la solución a los problemas. 
Eckhart Tolle

M. C. Vásquez

Quizás la Luna tenga un lugar para mí 

De la tierra quiero huir, 
Correr y correr sin cesar, 
Quizás el viento me susurre a dónde ir, 
O la Luna tenga un lugar para mí. 

No lo mal interpretes no es por ti, 
Es que me encanta su canto triste 
Que emana noche tras noche por no venir. 
¿La Luna tendrá un lugar para mí? 

Su cara escondida es un misterio para mí, 
Quizás mi deseo es descubrir, 
La quiero tocar y saber si ella tiene sentir. 
Quizás la Luna tenga un lugar para mí. 

En mi mundo solo ella es mi vivir, 
Su belleza misteriosa clama a mí, 
¿Acaso, yo no soy de aquí? Porque 
La Luna tiene un lugar para mí. 


Amor selecto 

Mi mirada se pierde por la celosía, 
La Luna se escondió no da más su luz, 
Allí estoy pensando en ti, en tu amor 
En tu pasión, en tu cobardía… 

¿Quién te trajo a mi vida y te hizo ternura? 
No pretendo ser tu dueña todo el día, 
Solo un poco de tu dulce compañía, 
Para que mi alma mustia, 
Cese sus ansias de tenerte 
Y no derrame ríos de angustia 
Al verte y no tenerte y saberte 
En brazos de la rustía… 

Ven y prueba esto que te ofrezco 
Es amor puro e imperfecto 
Pero, amor del bueno; del selecto… 


Tatuaré mi nombre en tu piel 

Tatuaré mi nombre en tu piel, 
Para estar presente en tu mente, 
Para que veas que muero de sed 
Por tus besos constantemente. 

Tatuaré mi nombre en tu piel
Para estar cerca de tu corazón, 
Para que sientas que eres mi luz, mi fe; 
Y el centro de mi canción. 

Tatuaré con mi boca, 
Mi nombre en tu piel, 
Como el cincel en la roca 
Mis deseos en tu ser. 

Tatuaré mi nombre en tu piel,
En ti evocaré mi pasión 
Como vorágine estará a tu merced, 
Sentirás toda mi sensación. 

Tatuaré mi nombre en tu piel, 
Tenderé un manto de amor
Con los pétalos de rosas rojas 
Cubriré tu cuerpo lleno de sabor. 

Tatuaré con mi boca, 
Mi nombre en tu piel, 
Como el cincel en la roca 
Mis deseos en tu ser. 

Así sabrás que mi amor 
Es tan caliente como el Sol, 
Fundiré mi piel con tu piel, 
Como el metal en el crisol. 


M. C. Vásquez 
Amatitlán, Guatemala

Quizás lo que podamos hacer cuando nos sintamos abrumados sea empezar poco a poco. Empezar con lo que amábamos de niños y ver adónde nos lleva. 
Aimee Nezhukumatathil

Annabella Rinaldi

La muerte no es nada 
La muerte no existe, 
la gente sólo muere cuando la olvidan; 
si puedes recordarme, 
siempre estaré contigo
Isabel Allende 

-Gracias amiga. No sabía que estaba enfermo. Hay personas que eligen mantener la privacidad con esas cosas. Y está bien. Aunque forme parte de la vida. ¡Oh, cuánto lo siento! 
Esperaré unos días para llamar a la hermana. De todos modos no es de atender el teléfono. Le dejaré un chat. 
Lo siento por vos amiga, es tu pariente. Les mando un abrazo enorme a toda la familia a la que quiero tanto. 
La meditación de hoy será por la Paz en su corazón que ya descansa. 
Ella había respondido de esta manera. Estaba viviendo en otro país. Poco podía hacer. Nadie puede hacer nada ante una noticia de esta índole. Tal vez, mejor el silencio. Pero para los que están un tanto dormidos, es difícil de entender. “Muévete en silencio, el mundo sabrá de ti cuando digas JAQUE MATE”; había leído una vez. 
Esos lazos de la infancia, si echaron raíces, florecen en el tiempo y son como flores perennes. Esos lazos de la infancia, se forjaron siendo niños y continúan en la adultez. 
Aunque muramos, una parte nuestra seguirá viviendo en los recuerdos de quienes nos quisieron y en los de aquellos a los que afectamos de algún modo a lo largo de la vida. 
No podía entender por qué recordaba a los muertos en situaciones divertidas. Cuando en su mente aparecía la imagen de algunos de esos seres, en su rostro se dibujaba una sonrisa. 
Y esta no fue la excepción. 
Transcurría 1976. En la secundaria se celebraba una vez por año una especie de juego olímpico, en el que la escuela presentaba la selección de cada disciplina deportiva. Y así se competía con los pueblos vecinos. ¡Era todo un acontecimiento! 
Ella no calificaba para ninguna competencia física, pero claro, sí, mental. Ajedrez. 
Día y noche practicaba y practicaba. Recortaba de una columna del diario las jugadas magistrales de los grandes ajedrecistas como el Islandés Bobby Fischer, en donde venía el diagrama de la movida que pondría en jaque al Rey. 
Una noche la amiga la invitó a dormir a su casa. Su hermano, el que ahora está en otro plano, y que debe estar leyendo esto con una sonrisa dibujada en su rostro, la desafió con una partida. Se ubicaron en uno de los dormitorios de esa casa tan grande. La mesita de luz corrida en el medio de las dos camitas que hicieron las veces de sillas. Un velador apenas iluminaba con reflejos amarillentos. 
¡Qué situación divertida! Él tenía un acné repulsivo. Y entre movida y movida de pieza, se estiraba la piel de la nariz y le salía hacia afuera uno o más granos, a los que llamábamos “barritos”. ¡Qué asqueroso! ¿Dónde los habría pegado? ¡Por Dios! 
Esa manera tan peculiar de concentración no le sirvió para ganar, fue derrotado, y no una vez, sino dos, porque el muy orgulloso pidió la revancha. Fue una muerte… 

          *   *   * 

La muerte no es nada 
               San Agustín 

La muerte no es nada. Yo sólo me he ido a la habitación de al lado. Yo soy yo, tú eres tú. Lo que éramos el uno para el otro, lo seguimos siendo.
Llámame por el nombre que me has llamado siempre, háblame como siempre lo has hecho. No lo hagas con un tono diferente, de manera solemne o triste. Sigue riéndote de lo que nos hacía reír juntos. Que se pronuncie mi nombre en casa como siempre lo ha sido, sin énfasis ninguno, sin rastro de sombra. 
La vida es lo que siempre ha sido. 
El hilo no está cortado. ¿Por qué estaría yo fuera de tu mente, simplemente porque estoy fuera de tu vista? 
Te espero… No estoy lejos, justo del otro lado del camino… Ves, todo va bien. Volverás a encontrar mi corazón. 
Volverás a encontrar mi ternura acentuada. Enjuaga tus lágrimas y no llores si me amas. 


Este escrito forma parte de la colección Laberinto, de próximo lanzamiento 
Annabella Rinaldi 
Neuquén Capital, Patagonia, Argentina

Necesitamos la vida entera para aprender a vivir, y también, cosa sorprendente, para aprender a morir.
Séneca

Jeremías Vergara

El ritual 

Sus miradas fijas en el desaseado piso, 
otros miran el techo y su fondo ahogado de infinitos, 
en rincones se refugian abrasados a ellos mismos. 

Su conducta no es más que pequeñas oscilaciones, 
de adelante hacia atrás.
Sus ojos no están aquí con nosotros, 
ellos no están aquí, están en otro lado.

Otros miran en dirección a las ventanas 
pero no ven más allá 
se sorprenden de aquel que vive en el reflejo del cristal 
que los siega de preocupación, 
que los amenaza siendo ellos mismos, 
aprisionándolos con aquellas horribles palabras 
que recita en sus oídos, 
aquel que no existe a los ojos celestiales, 
aquel que ellos dicen que no existe en verdad 
pero saben que no deja aun así de atormentarlos. 

Otros tienen varios nombres, 
si los llamas, se manifiestan en uno solo, 
escupiendo su malicia en este podrido suelo de humedad. 

Aquí es difícil distinguir la realidad, 
es difícil sostener a sus miradas profundas 
descifrar lo que vive dentro de sus ahogadas pupilas, 
ya que ellos son únicos, no cabe lugar para nadie más. 

Cada uno es diferente, 
sus mundos son su guarida, 
sus mundos son únicos, escapan de esta cruel realidad. 

Aquí las plegarias no van a ningún sitio, 
solo el agua fría, 
el fino pasto de paja, solo ellos para acompañar, 
no sirven para calmar a aquellas espaldas adoloridas, 
aquellas mentes idas, 
no, solo para causar más dolor. 

La fe camina aquí en largas túnicas, 
vienen a recuperar sus almas, 
ellos dicen que aquí supura la maldad, 
a la que no pueden escapar, 
insisten con que es un castigo divino, 
o un castigo del mal. 
Las paredes de concreto silencian los alaridos, 
silencian la locura, 
silencian la plegaria, el ritual. 

Comienzan la curación, 
el código romano y su lección, 
ellos hacen que se vuelva siniestro todo más aún, 
sus palabras santas producen el enojo. 

En los pasillos, en las escaleras y techos, 
sus nombres quedan impregnados, 
los gritos hacen que el lugar raje sus oídos, 
sus paredes. 

Estruendosas palabras golpean la piel desgarrándola, 
el agua de sus botellas quema, 
la noche recién comienza, 
nada ahora es igual que en el día, 
movimientos brucos por sí solos de las cosas 
las palabras son confusas, 
se manifiesta el arte de las lenguas
el baile de las sombras, 
caminan de pasillo en pasillo, se retuercen, 
se quiebran, la oscuridad está sola 
mundos diferentes se conectan, 
sumergen a todos y a todas entre las tinieblas 
el terror se apodera de los de negro. 

Como lo dicta el código el plan fracasa, 
como ellos quisieran las cosas no suceden. 
Ahora oscilan de adelante hacia atrás, 
murmuran y sus ojos vagan. 

En la mañana renaciente, 
el sol ilumina sus caras, 
sus sucios cabellos, y harapos, 
solo son más, más del montón, 
igual que otros que vivimos aquí, 
aquí donde lo he presenciado todo 
aquí donde lo veo todo, 
ellos son iguales a… 

¡Basta ya! 

Deja de hablar, 
deja mi oído ya, 
¡¡¡Deja de llamarmeeee!!! 

Ahora ellos son como nosotros. 


Del libro del autor: Tierra silenciosa 
Jeremías Vergara 
San Martín de los Andes, Neuquén, Argentina


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Cuanto más lo crees, más real se vuelve para ti. Por eso es tan importante creer en cosas positivas, en lugar de cosas negativas. 
Anita Moorjani

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